Helicóptero monetario: ¿una solución?

El helicóptero monetario es una política que consiste en que los bancos centrales distribuyan dinero directamente a toda la población. La idea fue expuesta en 1969 por el Premio Nobel de Economía Milton Friedman. ¿Puede ser una solución para afrontar las consecuencias económicas del COVID-19? Javier Díaz Jiménez, profesor de Economía del IESE, y Daniel Lacalle, economista jefe en Tressis, debaten sobre esta cuestión.

A favor del helicóptero

Para Javier Díaz, esta crisis en una catástrofe natural que requiere de medidas excepcionales para poder superarla. Por eso, el Estado debe socorrer a la economía. El origen de la crisis se encuentra en el parón obligatorio de la actividad económica. Se trata, además, de una crisis de proporciones desconocidas y sin planes previos para afrontarla. Con un problema añadido en el caso de España. Nuestro país vende prosperidad. Pero este tipo de actividades se va a ver muy penalizado mientras no haya una vacuna.

Para superar esta situación habría que utilizar el helicóptero monetario

Como no ha habido inflación en la eurozona, el balance del BCE es razonable. Esto no genera crecimiento económico, es cierto. Pero ese ahora no es el problema. El problema es evitar sufrimiento. Eso es lo que debe hacer la política monetaria. ¿Cómo? Dando dinero a la gente, no a las empresas. Esto se puede hacer porque, con el precio del petróleo en negativo, no va a haber inflación. La manera de superar esto consiste en que, cuando haya vacuna, los balances de las empresas estén lo menos afectado posible. Para eso hay que evitar su quiebra dando dinero a la gente. Así, las empresas no tendrían que pagar salarios.

Renta básica

Si España tuviera banco central propio, la política económica frente a la crisis sería diferente. De hecho, ya tendríamos renta básica porque ahora es cuando la necesitamos. La tendríamos porque el banco central podría emitir dinero para dárselo a los ciudadanos. A pesar de que el BCE también es de España, no puede hacerlo porque los tratados europeos se lo impiden. Y Alemania también.

Ese dinero habría que dárselo a las personas, no a las empresas, sigue Javier Díaz.

Y el helicóptero se iría retirando de forma gradual, a medida que se recuperase la actividad económica. Pero si hay que aplicarlo seis meses, que sean seis meses.

 

Contra el helicóptero

Daniel Lacalle, en cambio, se muestra totalmente en contra de esta idea. De entrada, ya tenemos hiperinflación en los activos financieros, debido al dinero destinado a mantener estados quebrados. Además. los países que tienen liquidez solo para seis meses están financiándose a tipos negativos, lo que es anormal. También, tenemos hiperinflación en activos no replicables, cuyos precios suben más de lo que lo hacen los salarios reales.

Por otra parte, el helicóptero puede generar deflación. Supongamos que se ponen mil euros a todo el mundo en su cuenta. El 25% de esa cantidad se destinaría a comprar comida y bienes esenciales, con lo que capacidad de esos sectores no variaría. Otro 25% iría a pagar facturas de gastos corrientes, con lo que tampoco aumentaría la oferta de la economía. Otra parte se utilizaría para gasto suntuoso, como libros, películas o Netflix. El resto se ahorraría. Por tanto, la idea del helicóptero no funcionaría.

De temporal a permanente

Además, se dice que esta medida sería temporal. Lo cierto, sin embargo, es que acabaría por perpetuarse. Es lo que sucede con los programas de compra de bonos del BCE. Hay que seguir manteniéndolos porque los países no pueden soportar la prima de riesgo que les impondría el mercado. Así es que generan esos programas es todavía peor. La política monetaria, de hecho, jamás ha evitado el sufrimiento en ningún sitio. Y es que la idea del helicóptero nunca es neutra. Siempre beneficia a los primeros receptores y perjudica a los últimos, que son los asalariados, los ahorradores y las clases más bajas. Si la política monetaria evitara el sufrimiento, Argentina y Venezuela serían los países más ricos del mundo.

En España, gracias al euro tenemos un nivel de inflación mucho más bajo que el que tendríamos con una política monetaria nacional. Lo mismo cabe decir de los tipos de interés. Y si no fuera porque nuestro país pertenece a la Eurozona, hoy no encontraría financiación en los mercados. Italia tampoco. Así es que la idea de renacionalizar la política monetaria carece de sentido.

El helicóptero monetario, además, ya sobrevuela nuestro país. El Estado español solo tiene seis meses de liquidez. Tiene, también, un gasto de 400.000 millones que no podría mantener sin la ayuda del BCE. Y quiere gastar todavía más, aprobando medida tras medida sin memoria económica. Pero el helicóptero provoca un desplome de la productividad de tal calibre que reduce cada vez más la posibilidad de que los ciudadanos vuelvan a encontrar empleo. Y también las posibilidades de recuperación de la economía.

El problema de fondo

El verdadero problema, en última instancia, es monetario. El euro no es la moneda de reserva del mundo. Ese es el privilegio único de Estados Unidos. La utilización del euro en las transacciones internacionales, además, está cayendo. Por tanto, el euro no es una moneda que se demande, y lo será aún menos si se amplía su emisión. EEUU siempre analiza la demanda de dólares en el mundo y siempre emite mucha menos cantidad de la demandada. Actúa así porque no le queda más remedio si quiere que el dólar siga siendo la moneda de reserva del mundo. Por tanto, el helicóptero dañaría al euro y reduciría aún más su papel como divisa internacional. Eso tiene consecuencias negativas.

Lo que hay que hacer, en consecuencia, es que haya recursos suficientes para recapitalizar las empresas cuando se reabra la economía. Es decir, hay que encaminar todos los esfuerzos a que entre capital en las empresas cuando se produzca la reapertura. Las ayudas, en cambio, irían a parar a los sectores con más capacidad para hacer ruido, no a los más productivos. Y esos últimos son los que pueden contribuir a superar la crisis, no los de baja productividad.

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